miércoles, 14 de mayo de 2008

ETERNOS

Mis días son domingos desde aquel fin de semana de junio
Cuando la mañana fría te despidió con un dolor ajeno.
Y te perdiste por las calles viejas,
De casas de techos con agujeros estelares,
De paredes rayadas, violadas, artísticamente decoradas,
Fraganciosamente bendecidas.
Te marchaste con tus palabras y tus silencios,
Con tus abrazos y deseos de amarme más,
siempre un poquito más.
Me quedé, con la misma cara de bobo,
en la misma encrucijada de siempre,
Queriendo y no queriendo saltar desde el último piso
Para darte alcance y llevarte entre mis brazos a otro nido,
a otra montaña, a otra palmera, a otro valle.
Quizás, cuando la noche manche el cielo azul desde mi ventana,
Descienda por tu pelo y viole tu intimidad. Si te encuentro!
y despida a tu nostalgia y a la mía,
Desafíe a tu orgullo y te arremeta a caricias
bajo la luz de los soles de la galaxia infinita.
Quizás ahí, en ese acto de ser uno,
De ser más que el año,
Más que el gemido dormido,
Quizás ahí, seamos eternos. Morir para estar vivos…
Presentes en cada lectura de fin de siglo,
de volver el tiempo y arrojar los segundos por la puerta del sol
y expirar el humo de los bares en la terraza del cielo,
Mientras Cristo se saca los clavos para otra película
Y, en tanto, Eva mata a la serpiente y acaricia a Adán y lo ama,
Con dios o sin él, pero sin ser la costilla ni la envidia de ángeles y ángelas
Que expulsan su represión cuando rompen las cadenas de la religión…

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