sábado, 13 de septiembre de 2008

Desde Buenos Aires, Argentina: Marcha en apoyo al gobierno de Evo Morales en Buenos Aires

“Esta no es una lucha solo de Bolivia, sino de toda Latinoamérica”. Sobre esta consigna giraron la mayoría de los muchos discursos esgrimidos en la marcha que cerca de 30 organizaciones de la comunidad boliviana en Argentina convocó a la embajada de EEUU en Buenos Aires, en el marco de un proceso de desestabilización del gobierno de Evo Morales, que provocó varias muertes y desapariciones.

Miles de personas, en su mayoría inmigrantes bolivianos, aunque también argentinos autoconvocados y de distintas agrupaciones políticas (dentro de los que estaban el cineasta y político Pino Solanas, y el dirigente de izquierda Patricio Echegaray), se convocaron frente a la embajada norteamericana en Buenos Aires, para repudiar la injerencia golpista de ese país en Bolivia, a gritos de “Fuera yanquis de Latinoamérica”, al tiempo que se pedía por la expulsión del embajador norteamericano de la Argentina, tal como hizo Evo Morales, y luego Hugo Chávez, de sus respectivas naciones.

Discursos encendidos, pidiendo por profundizar la unión latinoamericana, y en contra de la intervención norteamericana en las políticas de estos países, también atravesados por la emoción de quienes están lejos de su tierra, aunque evidentemente solo de forma física, y por el compromiso por defender a un gobierno elegido por el pueblo, “representante de los desposeídos, y contrario de los poderosos”, tal cual dijo uno de los oradores.

Un proceso, el boliviano, que con diferencias de grado en cuanto a su radicalización, se repite en los países latinoamericanos que proponen un cambio en la distribución del poder, y así, de la riqueza. Las viejas elites no se resisten a perder su poder, y conforman escenarios desestabilizadores, apoyados por agentes internos y externos. Un escenario que vivió la Argentina con el prolongado conflicto entre el gobierno y el llamado “campo” (un eufemismo mediático que en realidad solo representaba al sector más privilegiado de los productores rurales) Proceso que desde que asumió (aunque ahora con ribetes decisivamente golpistas) vive el gobierno de Evo Morales, que hace poco refrendó popularmente su representación nacional, apoyo popular que poco importa a una oposición que con violencia desconoce la voluntad popular.

En Buenos Aires tal arrebato de violencia desestabilizadora por parte de las elites del oriente boliviano no pasa desapercibido, y eso quedó demostrado en esta convocatoria, y en una cobertura mediática abundante, pero que poco informa sobre los posicionamientos político-golpistas de la oposición boliviana. De hecho un día después de este acto, y luego que el presidente Evo Morales decretara estado de sitio en la zona de Pando, el llamado “gran diario argentino”, Clarín, titula sobre la aparente negativa de los militares bolivianos a una ayuda militar que el gobierno de Hugo Chávez brindaría en caso que fuese necesario. Noticia que Clarín considera principal, y que solo se explica su supuesta trascendencia por una mirada siempre desconfiada de procesos populares, y de sus potenciales articulaciones.

La misma prensa que apoyó explícitamente o por omisión el intento desestabilizador en Argentina, de los grupos de poder concentrados, ocultos tras la plañidera “Mesa de enlace” que agrupaba a los dirigentes ruralistas. Una prensa concentrada en pocas manos (manos de empresarios multimediáticos y polirubros) que informa con supuesta objetividad, sin aparente toma posición, y que llama simplemente oposición a los golpistas, y que está mas interesada en las divisiones dentro de los procesos populares, que en los aniquilamientos a las esperanzas (y de facto) de los desposeídos.

Sebastián Russo, Buenos Aires, 13 de Septiembre 2008




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