Días atrás recibí varios mensajes de organizaciones y amigos que compartían las injusticias de las cuales habían sido víctimas. Les privan –autoridades departamentales y municipales- de los espacios que administran y gestionan con mucho esfuerzo y dedicación difundiendo y promoviendo nuestra cultura, nuestras manifestaciones artísticas, nuestra historia. Al parecer, dar vitalidad a espacios olvidados por la burocracia; llenar las salas de niños y niñas un fin de semana y escuchar sus sonrisas cuando se abre el telón y salen los títeres que nos llevan a universos mágicos y situaciones diversas; dar a conocer al mundo la belleza que tienen nuestras comunidades rurales y sus textiles, sus danzas; charlar y plantearnos desafíos para revalorizar nuestros conocimientos, nuestra cultura es un delito que se sanciona con la expulsión de los espacios desde donde se trabaja.
Lo digo por experiencia. Trabajar y soñar para generar alternativas -conscientes de las debilidades de nuestra institucionalidad en la parte de la promoción cultural-, muchas personas desafían a la indiferencia y crean; pasan del discurso a la práctica y convierten el olvido y la indiferencia en un conjunto de elementos que nos permiten re-encontrarnos con nosotros mismos; valorando y apreciando nuestras diferentes manifestaciones culturales.
MUSEO DE ARTE INDÍGENA, 20 AÑOS DE ESFUERZO


ANTE LA INDIFERENCIA, TÍTERES EN EL TEATRITO DEL PARQUE VIAL
Y los festivales de títeres, los encuentros internacionales de artistas, la creación colectiva, los niños y niñas, las familias que se daban cita para aprehender y aprender de los personajes creados con amor por gente entregada a su pasión ¿qué significan para las autoridades de turno?. Insensibles e ignorantes a lo que pasa en su ciudad, quieren borrar años de trabajo y sacrificio.
En ambos casos, se cometen injusticias. Cerrar teatros y museos, só pretexto de no ajustarse a la normativa, carecen de fundamento porque esos espacios han sido gestionados con recursos propios, con voluntad y ganas, a puro pulmón y sí, respetando las normativas, gestionando con la sociedad civil que reconoce y valora el trabajo. Al parecer, “hacer gestión” se entiende por romper todo y no institucionalizar nada. Cerrar las puertas y negar a la gente que aprecien las diferentes manifestaciones artísticas, valore su cultura, reafirme su identidad, genere puentes de acercamiento y diálogo para el entendimiento entre hermanos y hermanas, es un delito que hay que sancionar con el cierre de sus actividades.
Las indefiniciones de las políticas públicas, departamental y municipal, en éste nuevo contexto autonómico, tendrían que contemplar las experiencias ciudadanas como las antes citadas para establecer agendas de trabajo de manera estratégica. No se borran de la noche a la mañana los aprendizajes adquiridos y ni el ejercicio del poder debe ser una herramienta para actuar de manera arbitraria. No. El Waky y el Museo de Arte Indígena, administrado por ASUR, son el reflejo del trabajo social y comprometido que hacemos organizaciones de todo Bolivia que, ante la indiferencia de nuestras autoridades, desde hace años, venimos trabajando de manera comprometida, consecuente y desinteresada por recuperar nuestra historia y tejer un mejor futuro para nuestras generaciones de manera colectiva entre hermanos y hermanas.
Adelante, El Waky! Adelante, Museo de Arte Indígena!
Centro Cultural San Isidro
Santa Cruz-Bolivia
Para conocer a más detalle las actividades de las organizaciones citadas, visitar:
Las fotos del presente texto son propiedad de El Waky y ASUR
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